jueves, 4 de febrero de 2021

UN AÑO DE MIERDA

Llevaremos ya un año con esta puta pesadilla que parece no va a acabar nunca: doce meses que han caído como jarras de agua fría sobre nuestras ilusiones, destrozando vidas, presentes, futuros y sueños. Me da igual que no sea exactamente un año, pues no es un aniversario para celebrar ni recordar; por lo que a mi respecta, parece que todo haya sucedido en otra vida, una vida que espero recuperar algún día, porque necesito subirme a los escenarios como el aire que respiro. Le hace bien a mi alma. No podría explicarlo, pero me siento hundido, como si me faltara algo; un trozo de corazón que, con su ausencia, me provoca un dolor continuo y punzante en el pecho, una angustia que me atenaza el cuerpo y me impide concentrarme en otras cosas.

Lo aposté todo por la música, creyendo que sería una relación duradera y que nunca me dejaría: creí que si me cuidaba lo suficiente y no dejaba nunca de practicar podría cantar hasta jubilarme, quizás ganando menos dinero, quizás pasando a una segunda línea más cómoda y acorde a mis posibilidades vocales que, con la edad, acostumbran a pasarnos factura a los simples mortales -en esta categoría no entrarían bestias como Glenn Hugues, claro.
Pero no: nuestra rama laboral ha desaparecido de un plumazo; hace un año estaba allí, con sus hojas siempre verdes que desafiaban a las estaciones... y de repente, un hachazo cruel y repentino ha mandado al árbol entero a tomar por el culo. Así, sin avisar ni nada.

Espero y deseo de todo corazón que todo se arregle. El sentido común me dice que esto de la COVID no puede durar siempre, que volverán las fiestas de pueblo, los añorados conciertos y que la gente no se olvidará de disfrutar del bailoteo con sus amigos y de vivir la vida. Pero hay días en los que no lo tengo nada claro. Espero que nuestros dirigentes se den cuenta de que el hambre también mata y que antes de acabar con tu cuerpo se ensaña con tu moral, despojándote de toda alegría y hundiendo tu cabeza en un charco de mierda del que es muy difícil salir. Una forma cruel de morir, sin duda.
Que los que dirigen el cotarro pongan las medidas necesarias para garantizar al máximo nuestra seguridad, sí, pero que nos permitan trabajar de nuevo a los artistas de todas las disciplinas. Porque no nos olvidemos de la letra de aquella famosa canción, compañeros: "Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor". Que el excesivo celo en asegurar la primera no nos impida GANARNOS LA VIDA trabajando en aquello que AMAMOS.

Nada más por ahora. Ya sabéis que me va bien vaciar la cabeza de vez en cuando escribiendo; supongo que es mi válvula de escape. Por mi parte, continúo practicando casi a diario con la voz, esperando el momento de volver a subirme a un escenario delante de un público para demostrar lo aprendido. Empecé la pandemia llegando a duras penas al "DO" y ahora tengo el "RE" bien cogido por los huevos y no pienso dejarlo escapar nunca más. Y saludos, por cierto, a mis sufridos vecinos, que soportan a un loco a grito "pelao" en la pared de al lado XDDD

Un fuerte abrazo a tod@s, compañer@s del mundo del espectáculo. Y cómo no, también a todas esas personas de todas las edades que forman nuestro amado público, ese ente abstracto al que nos debemos y que nos da la vida. En todos los sentidos.

Long live rock'n'roll, gente !!! ;-)


P.D. Sin afeitar. Sorry :-P